domingo, 31 de julio de 2016

[Butterfly] 17. Medicina



XVII. Medicina


Erica nota que las manos le tiemblan levemente cuando toma su bolso. Ignora el motivo (aunque lo conoce muy bien) y sale del vestidor. Se detiene unos segundos en la recepción y respira profundo, muy profundo, para intentar calmarse. Se siente más nerviosa de lo habitual. Le encantaría saber en qué momento comenzó a sentirse así pero por más que intenta recordarlo no llega a una conclusión.

Vuelve a respirar profundo y cruza la puerta de salida de la alberca. Como siempre, Marisol está esperándola. Se queda unos instantes parada contemplando su figura e intenta no pensar en nada extraño, convencerse de que es una niña.

―Hoy te tardaste más de lo habitual ―dice Marisol acercándose lentamente hacia ella.

Erica no se siente capaz de moverse, así que opta por sonreír amablemente, de la manera más natural posible. Observa el leve sonrojo en las mejillas de Marisol y desvía la mirada. Se muerde el labio e intenta parecer relajada.

―Supongo que estoy más cansada de lo habitual ―responde por fin tratando de que la sonrisa permanezca en su rostro.

―Pero hoy el entrenamiento estuvo tranquilo.

Erica se alza de hombros. Marisol tiene razón pero no puede decirle que quería evitar el encuentro, retrasarlo el mayor tiempo posible.

―¿Quieres? ―le pregunta Marisol.

Erica se fija en que Marisol tiene en la mano una cajita roja, como de medicina, y se pregunta en qué momento la sacó. Toma una de las pastillas que le ofrece y se la echa a la boca.

―¿Cereza?

―Sí, son mis favoritas. ―Marisol baja la cara como si intentara ocultarla y Erica no puede evitar sentir un aleteo en el pecho. A diferencia del dolor que habitualmente la invade, esto no es desagradable.

―Gracias. Están buenas ―no puede evitar soltar una risita. Marisol la imita.

Sin necesidad de decir nada, comienzan a caminar lentamente hacia la salida del centro deportivo. Marisol observa el suelo y Erica la mira de reojo de vez en cuando.

―Oye, Erica ―comienza Marisol cuando llegan al punto en el que deben separarse―. Tú... eh... ¿vas a... ver la… película de los Angry Birds?

Una ola de calor alcanza a Erica. Asiente con la cabeza aunque en realidad no le gusta ir al cine ni le interesa esa película.

―¿Y si la vemos juntas?

Erica sonríe. Recuerda la timidez de Marisol las primeras veces que le habló y le alegra que ahora pueda decirle esas cosas con más facilidad.

―Sería genial pero… ¿sí te van a dejar ir conmigo?

―Sí. Le he hablado a mi mamá de ti y como tienes más de 20 le parece bien. Jamás me dejaría ir sola al cine con mis amigos pero contigo es distinto ―la naturalidad de la respuesta sorprende a Erica. No puede evitar pensar en la frase “adulto responsable e independiente”.

―Está bien entonces. Mándame mensaje y nos podemos de acuerdo.

―Sí, en cuando llegue a casa lo hago.

Ninguna de las dos dice nada más. Se miran durante un par de segundos. Erica suspira, se da la vuelta y se despide con la mano. Escucha la suave respuesta de Marisol. Camina rápido. Sólo quiere llegar a casa, enrollarse en las cómodas sábanas de su cama y abrazar la almohada mientras responde los mensajes de Marisol.

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