XVII. Medicina
Erica nota que las manos le
tiemblan levemente cuando toma su bolso. Ignora el motivo (aunque lo conoce muy
bien) y sale del vestidor. Se detiene unos segundos en la recepción y respira
profundo, muy profundo, para intentar calmarse. Se siente más nerviosa de lo
habitual. Le encantaría saber en qué momento comenzó a sentirse así pero por
más que intenta recordarlo no llega a una conclusión.
Vuelve a respirar profundo y
cruza la puerta de salida de la alberca. Como siempre, Marisol está esperándola.
Se queda unos instantes parada contemplando su figura e intenta no pensar en
nada extraño, convencerse de que es
una niña.
―Hoy te tardaste más de lo
habitual ―dice Marisol acercándose lentamente hacia ella.
Erica no se siente capaz de
moverse, así que opta por sonreír amablemente, de la manera más natural
posible. Observa el leve sonrojo en las mejillas de Marisol y desvía la mirada.
Se muerde el labio e intenta parecer relajada.
―Supongo que estoy más cansada de
lo habitual ―responde por fin tratando de que la sonrisa permanezca en su
rostro.
―Pero hoy el entrenamiento estuvo
tranquilo.
Erica se alza de hombros. Marisol
tiene razón pero no puede decirle que quería evitar el encuentro, retrasarlo el
mayor tiempo posible.
―¿Quieres? ―le pregunta Marisol.
Erica se fija en que Marisol
tiene en la mano una cajita roja, como de medicina, y se pregunta en qué
momento la sacó. Toma una de las pastillas que le ofrece y se la echa a la
boca.
―¿Cereza?
―Sí, son mis favoritas. ―Marisol
baja la cara como si intentara ocultarla y Erica no puede evitar sentir un
aleteo en el pecho. A diferencia del dolor que habitualmente la invade, esto no
es desagradable.
―Gracias. Están buenas ―no puede
evitar soltar una risita. Marisol la imita.
Sin necesidad de decir nada,
comienzan a caminar lentamente hacia la salida del centro deportivo. Marisol
observa el suelo y Erica la mira de reojo de vez en cuando.
―Oye, Erica ―comienza Marisol
cuando llegan al punto en el que deben separarse―. Tú... eh... ¿vas a... ver
la… película de los Angry Birds?
Una ola de calor alcanza a Erica.
Asiente con la cabeza aunque en realidad no le gusta ir al cine ni le interesa
esa película.
―¿Y si la vemos juntas?
Erica sonríe. Recuerda la timidez
de Marisol las primeras veces que le habló y le alegra que ahora pueda decirle
esas cosas con más facilidad.
―Sería genial pero… ¿sí te van a
dejar ir conmigo?
―Sí. Le he hablado a mi mamá de
ti y como tienes más de 20 le parece bien. Jamás me dejaría ir sola al cine con
mis amigos pero contigo es distinto ―la naturalidad de la respuesta sorprende a
Erica. No puede evitar pensar en la frase “adulto responsable e independiente”.
―Está bien entonces. Mándame
mensaje y nos podemos de acuerdo.
―Sí, en cuando llegue a casa lo
hago.
Ninguna de las dos dice nada más.
Se miran durante un par de segundos. Erica suspira, se da la vuelta y se
despide con la mano. Escucha la suave respuesta de Marisol. Camina rápido. Sólo
quiere llegar a casa, enrollarse en las cómodas sábanas de su cama y abrazar la
almohada mientras responde los mensajes de Marisol.