domingo, 17 de julio de 2016

[Butterfly] 10. Control



X. Control


―Te vi nadar ―le dice Erica rápidamente, sin tomarse el par de segundos necesarios para saludarla.

Marisol, que estaba bebiendo agua, se atraganta y comienza a toser. En realidad no esperaba que Erica la viera nadar. Cuando desvía la mirada hacia el carril de a lado puede observar que las chicas del equipo de competencia nadan en serio, sin detenerse mucho tiempo entre un ejercicio y otro, y por lo general sin hablar entre ellas.

Recuerda que hace un par de meses en ese carril sólo había principiantes y entonces no le importaba mucho prestar atención. En cambio, cuando llegó el equipo de competencia, la atrajo la forma en que nadaban, los gritos de su entrenador y, sobre todo, el impecable estilo de Erica (la única chica que nadaba en mariposa).

―Tu técnica es hermosa ―continúa Erica cuando Marisol deja de toser―. De verdad. ¿Has pensando en entrar al equipo de competencia? Podrías decirle al entrenador y nadarías con nosotras.

Marisol puede notar la emoción en la voz de Erica y, como siempre, el calor le llega al rostro. Se queda sin palabras momentáneamente y luego reúne todas sus fuerzas para poder responder.

―Es que… ya me lo habían pedido antes pero la escuela...

―Apenas vas en la secundaria, a esa edad se puede hacer de todo. Hace unos meses, cuando salí de la universidad, sentía que esa había sido la peor etapa de mi vida pero ahora me toca trabajar y, bueno, las cosas siempre pueden empeorar ―ríe.

A Marisol le sorprende que Erica, habitualmente tan reservada y calmada, utilice tantas palabras en tan poco tiempo. Desde luego, no le molesta, sólo le parece extraño conocer una nueva faceta de ella. Entonces ríe también. No puede evitarlo. Se siente feliz y el pecho se le hincha de tanta alegría.

―Está bien, le diré a tu entrenador ―responde sin meditar en realidad lo que dice y olvidando de repente todos sus miedos. Sólo puede pensar que Erica quiere que nade con ella y que pasarán más tiempo juntas y...

―¡Eso es genial! ―responde Erica acercándose mucho a ella, lo suficiente para que Marisol pueda distinguir todos los detalles de su rostro. Una parte de ella quiere alejarse un poco y otra quiere… Cierra los ojos, respira lentamente. Erica es más alta que ella y podría… pararse de puntas y…

Erica le pone una mano en la cabeza y la acaricia. Marisol abre los ojos de golpe y se pone aún más roja, aunque creía que eso ya no era posible. Quiere echarse en los brazos de la otra, sentir su aroma y la firmeza de su cuerpo. Su respiración se vuelve pesada y parece que su corazón quiere escapar de su pecho.

Entonces Erica rompe el contacto. Marisol siente que el ambiente se enfría y siente ganas de llorar.

―¿Le vas a decir mañana? ―pregunta Erica muy suavemente. Ninguna de las dos se ha movido y siguen muy cerca.

Marisol asiente con la cabeza. Cierra los ojos con fuerza para que las lágrimas no resbalen por su rostro. No sabe por qué siente tantos deseos de esconderse en un rincón y llorar sin parar pero decide que no es el momento de hacerlo. Apela a todo su control para calmarse un poco y sonreír.

Esa noche, cuando llega a su casa, se mete a la cama y llora hasta quedarse dormida.

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