jueves, 7 de julio de 2016

[Butterfly] 5. Amor




V. Soñar


Es domingo y a pesar de haber dormido hasta tarde está cansada. Mucho. Por suerte no tiene nada que hacer. Nada de trabajo, nada de entrenamiento, nada de compromisos. Lo único que tiene es hambre y dolor de estómago. Corre a la cocina y toma un yogurt. Regresa a la cama.

Enciende la televisión, en parte por costumbre y en parte porque vive sola y no le gusta que todo esté tan silencioso. A veces le parece curioso que le haga falta el ruido porque justamente lo que le gusta de nadar es que bajo el agua no se escucha gran cosa.

Nadar. Se suponía que el viernes sería un día de relajación pero hicieron resistencia y aún le duelen los hombros. De todas maneras no le disgusta el dolor, es una manera de notar que su esfuerzo está valiendo la pena.

De pronto se acuerda de Marisol, ¿qué estará haciendo? En una tarde de domingo y a su edad seguramente fue al cine con sus padres o salió a algún centro comercial con sus amigos. Recuerda haber hecho cosas así cuando iba a la secundaria. En la preparatoria empezó a fumar y las salidas se volvieron menos inocentes, pero Marisol no luce como alguien que haría cosas malas.

Le gustaría tener su número de teléfono y mandarle un mensaje para… saber cómo está. Sí, eso sería bueno. Sonríe. En algún momento tendrá la oportunidad de hacerlo, sólo debe ser un día que no olvide llevar su celular.

Bosteza y se hace bolita en la cama. De nuevo siente deseos de dormir. Le da la espalda a la televisión, se cubre con una sábana y cierra los ojos. Está tan cansada que no tiene ganas ni de soñar...


“Cocinar nunca más será un trabajo pesado con nuestro nuevo producto…”

Abre los ojos de golpe. No tiene ni idea de cuánto tiempo ha transcurrido pero se da cuenta de que están pasando el infomercial de las ollas maravillosas que prácticamente cocinan solas.

Respira profundo y se sonroja cuando recuerda vagamente que en su sueño aparecía Marisol. Es raro, hacía mucho que no soñaba con nadie. Tal vez sea porque la ve a diario y lleva dos días sin saber nada de ella. Incluso cabe la posibilidad de que quiera ser su amiga de verdad, no sólo platicar fuera de la alberca sino algo más… duradero.

Abraza la almohada con fuerza y decide que definitivamente debe pedirle su número de celular. Definitivamente.

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