VI. Fastidiar
Hace mucho calor. Marisol
no puede creer que acaba de salir de bañarse y ya está sudando de nuevo. Es ridículo
y no parece natural. Lamenta no tener un ventilador portátil o por lo menos un
abanico. Incluso desea regresar a la alberca y permanecer bajo el agua hasta
que el calor se vaya.
―Hace calor, ¿verdad?
Erica llega lentamente
hasta donde está parada Marisol y la saluda con la mano. Marisol le sonríe
aunque siente que más bien se está derritiendo.
―Mucho ―responde apenada.
Siempre se pone de malas cuando hace calor y espera que Erica no lo note tanto.
―Por cierto… ―por primera
vez desde que lleva esperándola, Erica se ve indecisa―. ¿Podrías darme tu
número de celular?
La repentina petición
hace que Marisol se sonroje y mire a Erica más de los dos segundos habituales.
Cuando baja la mirada nota que Erica tiene las manos juntas.
―¿Tienes dónde anotar?
―pregunta y le sorprende la tranquilidad que transmite su voz.
―Claro ―contesta mientras
saca su celular.
Marisol le dice su número
y cuando Erica termina de escribirlo no puede evitar comenzar a reír. La otra
ríe con ella y Marisol sabe que recordará la felicidad que siente en ese
momento durante toda su vida.
Sus miradas se cruzan y
Marisol se fija, como la primera vez que le habló, en las pequeñas arrugas que
se forman alrededor de los ojos de Erica y que la hacen lucir agradable.
También se fija en otras cosas, como lo blancos y parejos que son sus dientes y
el pequeño lunar que tiene debajo del ojo izquierdo.
Finalmente aparta la
mirada y caminan hacia la salida. Cuando se despiden, Marisol sabe que ni
siquiera el horrible calor podrá fastidiar lo que queda de ese día.
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