Puede que ni tú ni yo lo sepamos ahora pero, dentro
de unos años, nos casaremos y seremos muy felices, y tendremos dos niñas que no
sabrán quién es su “papá” porque, en realidad, no tendrán. Ya verás que ese
tipo de cosas serán posibles en unos cuantos años y, aunque aún no lo notemos,
lograremos todo lo que nos propongamos.
Un día me dijeron que no es bueno hacer planes, por eso me dio mucho miedo el
día que, sin pensarlo, dije que siempre estaríamos juntas. Son ese tipo de
cosas que no puedo evitar decir, hablo mucho y suelo decir lo que pienso, por
eso no pude evitar aterrorizarme al darme cuenta, tiempo después, de los
problemas que tendríamos y los retos que pasaríamos.
Debo confesarte que me dolió mucho cuando me dijiste que no irías a Marsella
conmigo, que ésas eran estupideces. Tal vez es por eso que estoy aquí y te
cuento estas cosas, porque mi dolor, mi miedo, mis sentimientos, todo eso fue
más fuerte que yo y por eso perdí la batalla. Sin embargo, son cosas que a
nadie le interesan, ya que nos casaremos y seremos felices.
¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor? Me dolió un poco y mis recuerdos
son borrosos, supongo que por ese mismo dolor. Ni tú ni yo sabíamos cómo hacer
las cosas, aunque ya habíamos tenido experiencias anteriores. Por eso las cosas
nos salieron mal, aunque al final las dos lo disfrutamos, siempre a medias
porque esos momentos son siempre difíciles de disfrutar y, en muchas ocasiones,
traumáticos.
Me gusta recordar tu aroma rodeándome, haciéndome sentir tuya y provocándome
placer. Me hace feliz recordar tus manos, recorriéndome, tocándome con gusto, y
tus dedos penetrándome lentamente mientras tu voz me preguntaba si dolía. Y me
gusta imaginar mi rostro, ¿cómo era? Nunca te he posado tal cuestión puesto que
la considero penosa pero, de cualquier manera, me imagino de vez en cuando.
Pensé que nuestras diferencias se limarían fácilmente y que, desde aquel nuevo
primer momento, todo volvería a ser rosa y ya no amarillo. Me equivoqué, sí, no
soy, y nunca fui, perfecta, así que es normal que todo me salga mal y me
provoque angustia y ganas de llorar y…
Puede que ni tú ni yo lo sepamos ahora pero, dentro de unos meses, vamos a
hacer el amor. Creerás que es algo que no vale la pena mencionar porque siempre
pasa, casi todas las noches, sobre una cama matrimonial. Lo que no contemplas
es que ya nos vamos a casar, que será la luna de miel, la noche de noches, el
paraíso en la tierra. Por eso me parece algo muy importante, es como la
consumación de nuestro amor.
Me gustaría que me miraras más o que pensaras más en mí pero hay utopías
irrealizables, aspectos que no podemos corregir así como yo no pude nunca
lograr que me perdonaras por aquel error o que me quisieras igual o que ya no
sufrieras por mis estupideces. Si hubiese tropezado más de una vez con la misma
piedra, me habría culpado aún más. Qué bueno que no pasó.
Aún quiero tratar de corregir nuestra vida, porque después del matrimonio ya
nada será posible. Será como decir que ya el pasado en serio quedó atrás y que
el futuro perfecto con el que tanto soñé será siempre difícil de conseguir.
Todavía me duele, ya sabes a qué me refiero, aquel error que me costó la mitad
del corazón, si no es que más. Qué pena, qué dolor, cuánta desesperación.
Y sigo con las ganas de ir a Marsella, aquel puerto en la costa sur de Francia
con el que siempre soñé, aquellas aguas en las que siempre quise mojarme y
aquel acento que siempre me ha parecido peculiarmente fantástico.
He sido una mala persona, ¿no es así? Siempre lo he sabido, estoy consciente de
ello y lo peor es que mis ideas ya no dan de sí mismas y se entrelazan, se
mezclan sin saber por qué y mojan sus ojos para enmascarar las lágrimas. Tú
merecías a alguien mejor, ¿o no mi vida? Yo lo sé, porque he grabado tu nombre
un sin número de veces en mi delgada piel. Una y otra vez para ver si me
disculpas, para que notes que nadie puede descubrir mi cuerpo sin ver tu
nombre.
Creo que no te lo he contado pero lamo mis labios y ya no siento, y me miro en
el espejo y ya no me veo. Parezco una criatura extraña, un mutante. Sé que mi
palidez es sorprendente y que he bajado de peso gradualmente pero en grandes
cantidades. Y mis mejillas ya parecen las de una momia y mis manos son pasas.
Incluso mi piel se ha marchitado… es como si de mí ya no quedara nada más que
nuestros recuerdos.
Puede que ni tú ni yo lo sepamos ahora pero, en unos días, vamos a cumplir
nuestro sueño. Que todas nuestras ilusiones se harán realidad y estaremos
juntas por toda la eternidad, por todas las eternidades y durante todos los
infinitos. No podría ser si sólo fuera algo pasajero, debe permanecer,
grabarse, impregnarse en nosotras.
Vestirás de blanco, como siempre quise. Caminarás por un pasillo largo tapizado
por una hermosa alfombra roja, tendrás un anillo de matrimonio, de oro, que yo
no compré, y besarás a una desconocida para así dar por terminado lo nuestro y
comenzar lo suyo. Y yo te miraré desde una de las sillas, seré una invitada
especial y trataré de agarrar el ramo cuando lo lances. Estoy segura de que te
verás hermosa y tu sonrisa nos iluminará, a todos, y mis manos marchitas no
podrán atrapar el ramo porque ése no era mi destino.
Entonces, esa noche, mientras te dirijas al aeropuerto para irte de luna de
miel a la Coruña, el coche en el que viajas sufrirá un muy desafortunado
accidente, y me encontrarás en el reino de la Eternidad, donde lo nuestro
volverá a formarse y nos llenará de felicidad.
Y sólo escucharé que ella grita tu nombre y que su voz atraviesa el silencio
justo cuando tus ojos se abren frente a mí y yo, a la vez, observando tu bello
vestido blanco y tus hermosos ojos cafés, gritaré: te estuve esperando.
Puede que ni tú ni yo lo sepamos ahora pero, a partir de hoy, vamos a estar
juntas, para siempre, en el reino de la Eternidad.