XIV. Ego
Lleva tres días nadando en el
equipo de competencia y jamás creyó que podría sentir tanto cansancio. Está tan
cansada que cuando camina hacia la salida con Erica se contenta con estar a su
lado. Podría hacer el intento de conversar, desde luego, pero Erica parece a
gusto con el silencio.
―¿Lista? ―le pregunta Erica.
Marisol regresa a su realidad e
intenta apartar el cansancio. Ese día están haciendo ejercicios de patada de
delfín y Marisol nada atrás de Erica.
―Sí, lista ―responde un segundo antes
de que Erica comience a nadar.
Marisol se acomoda los googles,
espera la señal del entrenador y sale. Aunque su patada es mejor que la de las
demás chicas (que no nadan todo el tiempo en mariposa), no puede competir con
Erica.
Apenas van 50 metros pero ya hay un
espacio de unos 10 metros
entre Erica y ella. ¡Y debe nadar así cuatro series de 200 metros! Quiere
suspirar pero le parece que el agua no es el mejor lugar para hacerlo. Se
siente muy frustrada e intenta patalear más rápido pero sólo logra cansarse
más. De hecho, empieza a creer que si las cosas siguen así su ego saldrá
dañado.
―Hasta ahí ―dice el entrenador
cuando Marisol llega y toca la pared. Le cuesta trabajo respirar y no quiere
mirar a Erica porque está segura de que se ve tan fresca como siempre.
―Vas muy bien, Marisol. Les llevas
la delantera a todas las chicas.
Marisol sonríe, feliz a pesar del
cansancio y de la humillación que siente. Le gusta que Erica note sus logros,
incluso si son pequeños y ella puede superarlos con facilidad.
―Gracias… en serio.
Termina el tiempo de descanso
entre una serie y otra. De nuevo Erica comienza a nadar y Marisol sale detrás
de ella. Esta vez intenta esforzarse más. Puede que no logre mucho pero con el
tiempo podría ser tan veloz como Erica. Se concentra en esa idea. Por el
momento esa es su única aspiración.
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