sábado, 25 de mayo de 2013

La mensajería instantánea

Nunca creyó que a sus años aprendería a utilizar el internet, especialmente la tan conocida red social Facebook y la mensajería instantánea de Windows. Pero parecía que las dominaba con bastante soltura e incluso se divertía en ello. Cuando estaba en horas de oficina, mantenía perpetuamente conectado el chat de Facebook a la espera de que la persona que la había metido en esa situación llegara.

Tampoco creyó poder cambiar de orientación sexual a los cincuenta y ocho años. Ni siquiera sabía exactamente cómo había ocurrido, simplemente un día conoció a Magdalena, una señora de su edad, y al siguiente estaba enamorada de ella. Al parecer, Magda, como le gustaba llamarla, ya tenía experiencia en ese tipo de relaciones, pero sólo con mujeres más jóvenes.

Ese día, Magdalena no se conecto a Facebook. Tampoco estuvo en la mensajería instantánea. Ella mucho menos creyó que algún día se sentiría como una adolescente en espera de su amor a larga distancia. Cuando su turno de oficina estaba por terminar, un parpadeo anaranjado en el extremo inferior de la pantalla captó su atención. Abrió la pestaña de la mensajería: “Te estoy esperando afuera de tu oficina”.

Flor de verdad nunca creyó que el internet pudiera hacerla tan feliz. Rápidamente, apagó su computadora, tomó sus cosas y salió dos minutos antes de que su turno terminara. Allí estaba Magda.

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