lunes, 13 de mayo de 2013

Academia de princesas III

La guerra, era la guerra. Eso había declarado la princesa Peach después de haber sido víctima de un ataque sexual por parte de la princesa Daisy. Desde luego, no se había ido a quejar, ¿dónde quedaría entonces su reputación? Incluso imaginaba los rumores: a Peach —porque de ninguna forma le dirían princesa— le gustan las mujeres; Peach tiene una relación sexual y sentimental con Daisy…

No podía permitir que tales comentarios circularan por la toda la Academia. Podrían incluso llegar hasta sus padres, el rey y la reina de Toadstool, quienes decidirían que no era apropiado dejar el reino en manos de una princesa que no sería capturada y  después rescatada y, sobre todo, que no se casaría con un caballero. “El orgullo es lo último que una princesa debe intentar rescatar”, era una de sus frases célebres.

Caminaba por los amplios y coloridos pasillos de la Academia sin siquiera notar dónde pisaba. Afortunadamente, había recibido una muy buena educación y las probabilidades de que tropezara eran prácticamente nulas, de que tropezara y cayera o de que resbalara, desde luego, porque cualquier irresponsable podría atravesarse en su camino. Llevaba la frente en alto, haciendo resaltar el cuello y la espalda recta, exhibiendo sus senos.

Trataba además de mantener en equilibrio cuatro libros que, como era costumbre entre las princesas, llevaba en las manos. Es de mala educación colgarse un bolso y cargar tantas cosas ya que los bolsos suelen reservarse para las cenas de gala o las salidas formales de tarde y, cabe aclarar, son bolsos realmente pequeños que sólo contienen un labial, un polvo para el retoque y unos pañuelos desechables.

Controlaba su medio. Lo controlaba hasta que una princesa irresponsable se cruzó en su camino, haciéndola trastabillar mas no caer. Volteó hacia la culpable con odio y altivez en la mirada y recibió una nada grata sorpresa al ver a la princesa violadora frente a ella.

— ¿A dónde corres así? ¿No ves que puedes lastimar a alguien? —se dignó a preguntar para proceder con el regaño, ésa fue la única intención. Aunque las noches habían pasado tranquilas, sin ningún tipo de tensión entre ellas y los días también pues los ocupaban entrenándose para gobernar adecuadamente un reino, seguía realmente enojada.

— Voy tarde para las prácticas de tenis, princesa Peach —su tono revelaba cierto cinismo subyacente—. Debo dejar los libros en el casillero con la mayor velocidad posible. ¿No tú también vas tarde?

Peach casi dio un salto del susto pero en lugar de eso movió involuntariamente los hombros de arriba abajo, un movimiento rápido y brusco. Frenó el sonrojo que ya se acercaba a sus mejillas y moduló su voz.

— No, yo me tomo las cosas con calma. Aunque actúes lento, puedes hacer todo a tiempo si utilizas movimientos certeros.

Daisy asintió. Miró hacia todos lados y luego se enfocó en Peach. Peach, ligeramente alarmada por el tiempo, vio que no había ya nadie en el pasillo e incluso maldijo mentalmente a las princesas y su puntualidad. Después se fijó en su traje de tenis, rosa y blanco, corto y desprotegido.

Sus sospechas se volvieron realidad cuando una mano de Daisy, libre por algún milagro ya que ella también llevaba libros, se posó en, o más bien alrededor de, uno de sus senos. Sintió el calor en su rostro y dio tres pasos hacia atrás, librándose así de la mano acosadora.

— Es un retroceso para ti, violadora —le dijo con la mayor tranquilidad que pudo recolectar en el tiempo que duraron sus tres pasos—. Digo, si consideramos lo de la habitación, esto no es nada —se dio la vuelta, no sin antes notar la sonrisita apenada en el rostro de la princesa castaña, y se dirigió hacia su casillero más rápido de lo normal.

Sabía que su pezón estaba erecto y que el otro, por una especie de efecto dominó, le seguía. El bello espectáculo estaba reservado para el vacío del pasillo y el espejo del casillero. Ese día, ambas llegaron tarde a la clase de tenis.




Fandom: Mario World
Pareja: PeachxDaisy

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