lunes, 29 de abril de 2013

La pecera azul: VI

Helena se hizo dueña de la tienda de animales sin temerlo ni deberlo. Su jefe se retiraba para irse a vivir a Italia. Le ofreció la tienda por un precio razonable y accesible, así que ella aceptó. Ese hecho le llevaba a la necesidad de contratar a una persona para que atendiera en las tardes. Además, aumentaría el alcance de la tienda con consultas diarias.

Cerró una semana para hacer un nuevo inventario y llevar más animales. Eligió una gran variedad de peces y un par de aves que antes no estaban disponibles. Durante ese tiempo, también entrevistó a tres personas y se decidió por una joven de veintiún años, estudiante de veterinaria.

Samanta no le preguntó gran cosa. A veces era así, sólo dejaba fluir el caos. Únicamente le preocupó que Helena procurara a sus peces y le consiguiera el número de alguien confiable para lavar su bella pecera panorámica. Era un trabajo difícil y, por más que quisiera a esos peces, no lo hacía. De hecho, estaba todo un poco sucio a pesar del filtro limpia todo. Nada era eterno.

Desde luego, tampoco le tomó importancia a cómo  manejaría Helena el asunto. Por eso le sorprendió tanto llegar y ver a una joven con un cuerpo extremadamente bien hecho y un bellísimo rostro.

— ¿Y Helena? —preguntó directamente, sin mirar a nadie más, con una leve sensación de estar perdida.

— Tuvo que ir hoy a comprar equipo para estética canina. Puedes traer a tu perro, ya sabes que la doctora es muy buena.

— ¿Y tú qué haces aquí? —por poco tartamudeaba al decir eso.

— Aquí trabajo. La doctora me contrató para estar en las tardes.

— Ah —expresó para después salir corriendo hacia su automóvil.

Estaba confundida. Por primera vez en mucho tiempo, se preguntaba algo aunque no estaba consciente de qué era. Ni siquiera había preguntado el nombre a la empleada. No sabía si debía ocuparle ese asunto. Lo primero que se le ocurrió fue tomar su celular y marcar el primer número en favoritos.

Helena recibió la llamada acusadora de Samanta. El reclamo principal era el no haberle dicho que iba a contratar a una persona. Helena se evitó repetirle la información, sólo le dijo que estaba ocupada. No escuchó que a Samanta su nueva empleada le había parecido excesivamente atractiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario