martes, 9 de abril de 2013

En el patio del colegio

Wendy sabía que Bebe no era así, no podía ser así. Ella la conocía mejor que nadie. Sabía todo de ella, lo que decía a las demás chicas y lo que sólo le decía a ella. Pero no lo de los zapatos. Era denigrante para Bebe: ¡salir con un chico sólo por un par de —maravillosos— zapatos! No, podría haber sido cualquiera, no Bebe.

Wendy prefería que su amiga saliera con chicos sólo porque le gustaban. Como cuando quería a besar a Kyle. Eso no le molestaba. Bebe tenía derecho a estar con quien gustase. Sin embargo, le pasaba algo, pero no sabía muy bien qué. Eso sí, le sudaban las manos cuando estaba a solas con ella, más que cuando estaba con Stan, y quería quedarse allí un largo rato.

— ¿Qué es gustar? —le preguntó un día a su papá.

— Cuando un niño te parece atractivo.

— ¿Sólo un niño? —él no entendió bien la pregunta. ¿Se refería su hija a que le podían gustar dos niños a la vez? No le respondió.

Lo que Wendy quería saber era si le podía gustar una niña. Conocía hombres que estaban juntos pero nunca había visto el caso de dos chicas. Tal vez era posible pero, en todo caso, no sería bueno.

— ¿Qué te pasa Wendy? —dijo Stan al verla sentada en un columpio del patio de la escuela.

— Pienso.

Se le ocurrió que podría vomitarle encima pero estaba muy ocupada para prestarle atención.

— ¿A ti alguna vez te ha gustado alguien?

— Sí —contestó como si fuera lo más natural del mundo—. Y le vomitaba a menudo.

Wendy rió de buena gana. Entendió lo que debía hacer. Se levantó y corrió sin pensar mucho. Si reflexionaba, se arrepentiría. Vio a Bebe con varias niñas alrededor, como siempre. Se acercó más. Al llegar, la jaló del brazo, sacándola del grupo.

— Bebe, me gustas —profirió a toda velocidad sin dejar que ella pronunciara palabra.

Bebe la miró fijamente. Luego comenzó a reír. Se entendía que era una broma. Wendy sonrió; lo había intentado. Cuando caminaban hacia el grupo de niñas, rozaron sus manos. Eso era suficiente.

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