viernes, 15 de agosto de 2014

Todos los días

Gimió sin darse cuenta y sin querer hacerlo. Pero el calor se apoderó de su cuerpo y simplemente fue inevitable. Dejó que la boca de la otra mujer siguiera prendada a sus pezones a pesar de que el placer ya se había ido. Era la primera vez que hacía eso, que se involucraba con una mujer en cualquier ámbito. Y debía admitir que había sido bueno.

Empezó a sentir el característico sueño que le sigue al clímax y se dejó llevar. También era la primera vez que se dejaba llevar y el resultado había sido algo que jamás había sentido: placer durante una relación sexual. Sin meditarlo mucho, abrazó a la otra mujer, que se había colocado a su lado, y empezó a sentir que perdía la noción del cuarto en el que estaban. Sonrió. Podría ser así todos los días.


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