lunes, 25 de agosto de 2014

Hoguera

Esa mañana también escuchó las voces, las risas, las palabras: lencha, marimacha, puta... Intentó concentrarse en otra cosa, como en esos pájaros que hacían ruidos simpáticos desde el árbol altísimo que se encontraba junto a la sala de música, o en los chicos de tercero que jugaban fútbol en el campo enlodado por la lluvia de la noche anterior. Por unos momentos lo logró, se sintió tranquila y fue capaz de ignorar las burlas.

Pero entonces apareció Laura por la entrada de la escuela y las palabras venenosas también cayeron sobre ella. Observó la sonrisa de Laura, tan cordial, tan sincera, tan libre de resentimientos. "Son estúpidos, Karen, no les hagas caso", le repetía todas las tardes cuando caminaban juntas a casa. Y por más que ella también se lo decía cuando llegaba a clases, no podía convencerse.

Porque sí, eran unos estúpidos, pero lo que le gritaban le hacía daño. Apretó las manos, volviéndolas puños, clavándose las uñas en las palmas para darse valor. Todo tiene un límite y para ella había sido suficiente. Se podían meter con ella todo lo que quisieran, mas ver a Laura en la misma situación cada sucio día era algo que no estaba dispuesta a soportar.

Ubicó el rostro que más gritaba, el que había comenzado todo eso. Se dio cuenta de que estaba viendo a su ex novio, el que le contó a toda la escuela que ella era lesbiana, que por eso lo había dejado. En una milésima de segundo recordó todas las películas de peleas que había visto y se le fue encima, golpeándolo con toda su fuerza. Después vinieron los golpes y más gritos y sangre y lágrimas, pero estaba segura de que más valía morir en la hoguera que seguir soportando todo el peso de la humillación.

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