miércoles, 13 de agosto de 2014

Absurdo

Cierra los ojos porque no soporta el peso de tener que corresponder ese beso ni la sensación amarga que le queda en los labios. Abre la boca por compromiso, porque aquella lengua traidora la obliga. No le gusta y aún no está muy segura de por qué lo hace. Y cuando el agarre se suelta, sonríe en un gesto casi natural que hace que la mujer que tiene enfrente se sienta cómoda.

Ni siquiera recuerda el momento en que todo comenzó a parecerle tan horriblemente absurdo.

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