lunes, 11 de agosto de 2014

Sentimientos

La habitación se hace pequeña por segundos al compás de los gemidos de angustia de la mujer vestida de azul. No para de llorar, ni de decir que es su culpa. Me exaspera, pero también me duele. Y el dolor no proviene de algo tan simple como su llanto, sino de que no llora por mí. "¿Y debería?", me pregunta una voz mientras abrazo más fuerte a la mujer para tratar de calmarla.

"No", le respondo lentamente, saboreando las dos letras. Sonrío pero sin que ella lo note, contenta por no saberme merecedora de sus penas. Le acaricio el cabello largo y negro que hace juego con esos ojos grandes y oscuros que no me deja ver porque esconde su cabeza en mi hombro. Ella y yo somos amantes. Nos vemos puntualmente cada viernes, en cada ocasión en un hotel distinto, y nos contemplamos en silencio mientas permitimos que el deseo salga a flote.

Sé que me quiere a su manera y es posible que yo también la quiera. Pero no es como querríamos a una novia o a una amiga o a una hermana, es más bien que apreciamos los momentos que pasamos juntas tocándonos y besándonos, brindándonos placer mutuo. Sólo eso, por lo menos eso. Tal vez por eso me duele que llore por una mujer que no soy yo, por la que era su amor de toda la vida y que la ha rechazado.

Creo que lo peor de todo esto es que no pude tocarla. Cuando entramos a la habitación y empecé a besarla, le temblaron los labios. Y en el segundo después en que intentó pedir perdón empezó a llorar. No supe qué hacer, hace ya un tiempo que no tengo relaciones sentimentales y esto me parece tan cercano... Así que la abracé. Y en ese momento el dolor que traigo en el pecho comenzó a extenderse hasta llegarme a los ojos y hacerme sentir unos enormes deseos de llorar también.

Pero no lloro. Ella lo sabría, se daría cuenta de que estos meses han convertido este pasatiempo en algo más profundo que en realidad no quiero afrontar. Reprimo el deseo de apartar su cara de mi hombro y darle un beso. No sería correcto. A ratos el fastidio le gana al dolor pero la mayor parte del tiempo el maldito dolor es constante. Y me molesta.

Le digo que todo va a estar bien, que hay otras personas que estarían muy felices por estar con ella, que pronto se enamorará de otra joven que le corresponderá. No sé bien por qué, bueno, sí lo sé mas no quiero admitirlo, pero las lágrimas se me acumulan repentinamente al decirle eso. "Yo, por ejemplo, estaría muy feliz", podría confesar. No, imposible. Somos amantes y eso es todo, fue un acuerdo que hicimos desde el principio.

Ah, qué difícil es esto. Me gustaría nunca haber involucrado sentimientos. Por lo menos no me sentiría así de mal.

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