domingo, 3 de agosto de 2014

Recuerdo artificial

Pasó porque era el resultado lógico del encuentro de nuestras miradas y el roce más bien íntimo de nuestras manos. Porque nuestras bocas llenas de deseos prohibidos tuvieron la suerte de tocarse en una mágica y fría noche de primavera. Porque nosotras queríamos que pasara después de varios años de espera, aunque ello acarreara el fin de una amistad que en realidad jamás disfrutamos.

Por eso nos sujetamos con fuerza, como para no desprendernos nunca, mientras nuestros cuerpos desnudos y calientes se derretían uno encima del otro. Y lloramos de felicidad cuando encontramos el placer que había estado tan escondido en el par de pechos redondos y la entrepierna húmeda en la que antes ni siquiera habíamos pensando. Por eso nos besamos, nos retorcimos y nos amamos.

Y cuando tuvimos que despedirnos, cansadas, tristes, satisfechas, nos dijimos que lo que queríamos no funcionaría más allá de un manoseo desinhibido. No lloramos, no volteamos atrás cuando tomamos caminos separados. No nos dimos la mano en un gesto educado ni pronunciamos el interminable adiós. No pensamos en lo que pasaría después porque estábamos contentas con el recuerdo que habíamos fabricado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario