miércoles, 2 de julio de 2014

Lo que nos tocó vivir

 Dame la mano y dime cuántas veces hemos hecho esto le dijo, reuniendo el valor de sentarse junto a la cama de hospital que tan incómoda le había parecido.

 Esta vez no es lo mismo respondió la otra después de darle la mano. Tenía la voz rota, posiblemente a causa del cansancio o de todos los fármacos que recibía a través de la vena. Hizo el intento de sonreír pero sólo salió una mueca extraña, sin vida, sin brillo alguno.

 No importa, no podemos darnos por vencidas, no podemos insistió, sintiendo las lágrimas en los ojos y el miedo en las entrañas. Los médicos le habían dicho que el cáncer ya no era tratable, no sólo por la metástasis sino por el lugar. Pero no quería aceptarlo, porque el amor de su vida no podía irse tan rápido.

 Tú no puedes, yo sí. Espera, no me interrumpas. Ya llevamos más de 15 años juntas, ya reímos, lloramos, disfrutamos, salimos, comimos, hicimos una y otra vez; ya nos llenamos la una de la otra, y estoy conforme con lo que nos tocó vivir. Por favor...

No pudo evitar llorar, dejarse caer en la cama y permitir que la otra le acariciara la cabeza. Pero era justo, lo mejor era que se fuera, era demasiado sufrimiento para todos. Por eso, cuando se encontró frente a su tumba, prefirió reír. Así era mejor.

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