jueves, 10 de julio de 2014

Ataque sorpresa

Es el momento preciso para atacar. Se esconde detrás de un árbol, se abriga en la oscuridad. Saca la navaja que le robó a un antiguo compañero, la mira, aprecia su brillo y le ruega que cumpla su función. Entonces se concentra, enfoca toda su atención en la delgada joven que está sentada en una de las bancas de ese parque, tranquila, como esperando a alguien. Pero es raro, ¿no? Está sola, en una zona no tan segura de la cuidad, sin suéter a pesar del frío, tarareando una suave melodía.

Se mueve un poco y ahora se esconde detrás de otro árbol, más cerca. En un acto reflejo, aprieta el agarre de la navaja. Y el frío se cuela por su abrigo y tiembla durante casi un minuto sin poder contenerse. Se dice que el clima cada vez está peor, que es sólo eso, pero en el fondo está muy asustada. Parpadea para alejar las lágrimas de los ojos. Cuando de nuevo voltea hacia su futura víctima, nota que ha desaparecido.

 ¿Qué haces por aquí tan tarde? escucha justo detrás de ella. Las lágrimas están más cerca que nunca de salir y evita gritar para no parecer un blanco fácil.

Mueve el pie derecho con mucha precaución, como para empezar a voltear...

 No lo hagas, quédate quieta siente el frío de la mano que le toca el hombro y el pánico empieza a correr a través de ella. ¿Por qué lo siente si lleva varias capas de ropa? Tú me estabas vigilando, ¿por qué?

Y justo en ese momento todo el valor que había juntado se esfuma. La voz que le habla es tan lejana, débil, cansada pero tiene un toque dulce que sólo la asusta más. Ahora sí empieza a llorar, suelta la navaja y se cubre la cara con las manos. Se deja caer, sin importarle ya lo que le pueda pasar. Porque todo eso fue un gran error. ¿Cómo creyó que podría asaltar a una persona, a hacerle daño? Y todo por nada, ni siquiera necesitaba el dinero.

 No te voy a hacer daño murmura de nuevo la voz y se da cuenta de que se trata de una mujer. La siente cerca, muy cerca, y nota que la está abrazando.

Cierra los ojos, complacida.

 Esta vez no me alimentaré de ti le dice. Abre muchos los ojos y siente que la otra ya no la abraza, se ha ido. "Esta vez...".

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