jueves, 24 de julio de 2014

Hambre

Tengo hambre pero sus labios no están a mi disposición. Y mi sexo pide a gritos el suave toque de sus manos. Me retuerzo y no logro llegar a la culminación. Yo no soy suficiente, no me basto, nunca... Necesito sus pechos pequeños pero complacientes, sus dedos ávidos, su calor, su olor, su persona sobre mí mientras me derrito.

Me vuelvo mil y un pedacitos, me desintegro esperando a que sea sábado. Trato de dormir pero tengo fiebre, el calor me está matando. En ese momento incluso deseo morir y doy vueltas en la cama tratando de cumplir mi estupidez. Pero no me caigo, no quedo inconsciente, ni siquiera soy capaz de conciliar el sueño.

Entonces suena mi alarma. He pasado la noche en vela y no me importa. Porque es sábado, sábado por fin. Y podré verla, tocarla, sentirla dentro. Sentirme el ser completo que siempre debería ser. Me levanto, tomo un baño, me visto sin tomarme la molestia de usar calzones y salgo casi corriendo a su encuentro. Tengo hambre, mucha hambre, pero estoy a punto de sentirme llena.

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