martes, 4 de marzo de 2014

Sabor a lluvia

Nos miramos, nos tomamos de la mano y caminamos. Te detienes, me rodeas la cintura y me besas. Está lloviendo, y las miles de gotitas nos cubren en una décima de segundo que para los demás podría ser un minuto o una hora. No distingo el tiempo, no existe. En este mundo, este pequeño espacio que se difumina entre mis manos, estamos sólo tú y yo.

Me vuelves a besar y esta vez siento el agua en la boca. Sabe a lluvia, a buenos recuerdos, a tu cuerpo en ropa interior y el mío desnudo. Abro los ojos, sorprendida por tanta felicidad. ¿Cómo es posible que algo así exista? Se me ensancha el corazón, se llena de tu fragancia, de tus manos a las 3 de la tarde librándome del calor.

Te sonrío. Muevo los labios para preguntarte si te gusta pero las palabras no salen. No importa. Sé que, aunque nunca hablemos de esas cosas, disfrutas todo esto tanto como yo. Me gustaría que esto no terminara nunca.

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