sábado, 8 de marzo de 2014

Presentimiento

Cuando te vuelva a ver...

Oh, no, no te volveré a ver. Tú estás de un lado y yo del otro. ¿Cómo me vengaré entonces? ¿Cómo te reprocharé el haberme abandonado por el hombre que era tu mejor amigo? ¿Cómo sabré si sufriste cuando morí? Aquí no hay nadie, ni nada, sólo me quedan tus recuerdos. ¿Sabes qué es lo peor? Son recuerdos dolorosos.

Pienso una y otra vez en esas mañanas cálidas en las que me decías "te amo", y en esas noches con estrellas en las que me hacías el amor. Todo era perfecto hasta ese momento. Luego lo conociste. Al principio, sólo me contabas que habían ido a comer juntos en el descanso del trabajo o que caminaban juntos hacia el metro. Después empezaste a usar los sábados para verlo e incluso veías con él películas que, se suponía, verías conmigo.

Pero seguías diciéndome que me amabas. Y los domingos, cuando llegábamos a mi departamento después de salir a un parque, me tirabas en la cama y me tomabas. Debí notar que después no querías que te tocara, que sólo me hacías una caricia ocasional y ya ni siquiera te excitaba verme desnuda. Ahí ya no me parecía tan normal. Le mandabas mensaje en el celular cuando estabas conmigo, salías más con él y sonreías de esa manera especial.

Fue cuando empecé a preocuparme, a sentir que te estaba robando. Por eso te dije que si ya no me amabas me lo dijeras, que me podías dejar sin sentir culpa, sin que pasara nada. ¿Y sabes qué? Me dolió que lo hicieras. Apenas un día después anunciaste que te ibas con él, que haber estado conmigo había sido una pérdida de tiempo. "Nunca te amé, lo siento". Fueron tus palabras las que dolieron, dolieron mucho más que el abandono.

Una semana después, tuviste el descaro de enviarme una invitación a  tu boda y me enteré de que estabas embarazada. Entonces supe que no sólo me habías dejado sino que también me habías engañado. Embarazada. Es una palabra difícil, ¿sabes? No, tú qué vas a saber, si para ti sólo fue irte con él. Por eso me suicidé, por eso sufro ahora en la eterna oscuridad. Lo peor es que tengo el presentimiento de que ni siquiera lloraste por mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario