jueves, 11 de julio de 2013

Una despedida rápida



Se soltaron de la mano, dudaron una milésima de segundo y se miraron para después darse un beso rápido, fugaz, acompañado de un seco "nos vemos". Carmen tuvo ganas de jalarla hacia ella, abrazarla con fuerza y besarla con pasión, una que confundiera con furia. En lugar de eso, se dio la vuelta y empezó a caminar, acomodándose los audífonos mientras pensaba en la estúpida tristeza que sentía, se subió la capucha de la chamarra y bajó las escaleras sin volver la cabeza atrás.

Luego la buscó en el andén, pero fue consciente de que ya era demasiado tarde para hacer algo, así que siguió su rumbo, sintiéndose lejana, ajena a su cuerpo. Después de todo, era mejor y menos dolorosa una despedida rápida.

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