martes, 9 de julio de 2013

No me quería morir

— Yo no me quería morir.

— ¿Entonces cómo llegaste aquí?

— Pus no sé, supongo que me mataron.

— Pero mírate, muchacha, ¿quién pudo haberlo hecho?

— La Andrea, que era mi mujer. Usté me perdonará, doñita, si se lo digo así, pero ya que estamos bajo tierra, ¿qué más da?

— Está bueno, niña, si eso aquí ni importa. ¿O sea que tu mujer no te quería y te mató?

— O me quería tanto que lo hizo.

— No, no, así no pudo haber sido.

— ¿Usté cómo lo sabe?

— Porque veo tus heridas.

— ¿Qué heridas?

— Las de tus muñecas, mujer, si a leguas se notan. Se ve clarito que te suicidaste. Por eso te digo que ya no te quería y de cierta forma te mató.

— Ah, pos sí. Yo a usté debí haberla conocido allá arriba, pa' que me dijera qué onda con la Andrea. Si ya me acordé, es que me dejó por otra...

— Ay con estas muchachas.

— Sí, con eso me mató, pero yo no quería morirme. Y aquí me tiene.

— Y por largo rato. Vamos a dar un paseo, así se te olvida la pena.

— Sí doñita, vamos. Pinche Andrea, deje que llegue...

— Tú tránquila, que aquí la esperamos.

— Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario