viernes, 19 de julio de 2013

Mensaje de texto



Le mandó el mensaje de texto. Aún sabía de memoria su número de celular, es más, aún la tenía registrada en su lista de contactos. No era un mensaje comprometedor, ni indicaba lo mucho que todavía la amaba, no, sólo le preguntaba por una de las pertenencias que le había regresado y que en ese momento extrañaba. Tampoco sentía ansiedad o alguna tristeza particular, lo que ya era una ventaja.

Esperó en silencio en una de las sillas del comedor, fijando la mirada en el celular para no omitir el momento en que se encendiera la lucecita azul. La luz se encendió y el aparato emitió el molesto tono de mensaje recibido. Dudó. Miedo, nervios... Por fin, se decidió a desbloquear el teléfono y leer la respuesta:

No.

Era todo. No había ni siquiera un signo de emoción, no podía saber si estaba triste, contenta o enojada, si la extrañaba o la odiaba o si le era indiferente esa separación. Las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas recién humectadas con crema para retrasar el envejecimiento. No se las secó, simplemente escribió la respuesta.

Gracias de todas formas.

Salió de los mensajes y no tuvo ni el valor ni las ganas de borrar el sencillo "no". Tomó el salero que estaba en la mesa y vacío su contenido. Por primera vez en un mes, tuvo miedo de salir corriendo a ver a su ex novia.


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