domingo, 23 de junio de 2013

Pensar en dormir

Me encontré entregándome a ella y la vi entregarse a mí, primero con desconfianza, con reticencia, y luego con cierta complacencia. Le quité la ropa, desesperada, ya no por verla, porque estaba oscuro, sino por sentir su piel junto a la mía. Y ya no lo pensé más, sólo la toqué como pude, la lamí donde encontré, la chupé, la mordí y los deseos de besar sus labios me conquistaron.

Era de noche, sí, pero mis ojos se habían acostumbrado y yo podía verla. Y aunque no hubiese podido, la sentía, sabía dónde estaba cada parte de su cuerpo, la conocía íntimamente, sin hablar demasiado, sin que el momento se nos fuese de las manos. Sentí humedad, escuché con atención su voz intensa, prestando atención a los menores detalles. Entré, extraño al principio, convencional después. Me moví sin encontrar la dirección de las embestidas, observé su rostro...

Y amé su hablar, diferente al de siempre, al que tanto me gustaba, cuando me dijo que siguiera. Era la primera vez que estaba con una mujer, con otra mujer. Cerré los ojos cuando todo terminó, cuando ella tembló, cuando dejó se suspirar en mi oído con el timbre que siempre le oía cuando nos hablábamos por teléfono. La luz inexistente se apagó y nos recostamos desnudas sobre las sábanas del piso para pensar en dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario