miércoles, 5 de junio de 2013

Juntas para siempre

Te volví a ver y no sentí nada. No sentí el torrente de emociones que creí se apoderarían de mí con sólo presentir un encuentro. No, nada. Ni siquiera el rencor que por más de ocho años te guardé, ni dolor por tus mentiras pasadas que hasta hacía poco me afectaban, ni la ternura que me daba verte sonreír. Esto debe ser una señal, es como decir que ya lo he superado.


Pasé tanto tiempo amándote que no me amé. Fue tanto el tiempo que me preocupé por lo que sería de mí si te ibas de mi lado que no noté que, además de un par de accidentes estúpidos, nada ocurrió. Lo que tenía era miedo de manejar esa dependencia, de deshacerme de ella, porque nosotros nos aferramos a las personas, las incorporamos a nuestro ser como si fuesen objetos, sin dejarlas irse con una parte de nosotros.


Y es cierto, todos se llevan una parte nuestra, buena o mala, pero también nosotros tomamos algo de ellos. Ahora mismo veo esta foto y ya no recuerdo cómo era tu cuerpo en aquella época, ni cómo nos tratábamos, ni siquiera si de verdad fue amor eso que vivimos o sólo un recurso para sacudirnos de encima la soledad y el rechazo, para sanar el vacío que ambas traíamos en el corazón.


No puedo decir que me gustaría nunca haberte conocido porque sería mentir. Aún repaso los muchos momentos buenos que vivimos, pero las sensaciones se han ido. He aprendido a bloquear el dolor o el dolor se ha deshecho de mí, en cualquier caso ya no siento nada. No me da remordimiento el haberte dejado sola cuando me necesitabas ni me da culpa el no haber podido brindarte la atención suficiente.


Sólo soy feliz. Cuando me miro al espejo me gusta lo que veo. Y aunque no he estado con nadie, sé que no es necesario. A ti te quise mucho, te amé tanto, pero ya pude deshacerme de ese peso. Me costó más de esos ocho años que llevaba sin verte, tuve que pasar por periodos en los cuales no podía vivir sin añorarte, pero lo logré.


¿Y sabes qué es lo peor? Que lo extraño. Es algo lejano pero sé que era interesante sentir las cosas. Sé que llorar era justo, porque no se puede conocer la felicidad sin la tristeza, así que no me explico cómo he llegado hasta aquí. Tal vez en realidad esto no se llamar ser feliz, pero algo será, ¿no?


Ya es hora de que me marche. Llevo esta foto conmigo a todos lados para recordarme que te amé, que quisiera seguir amándote y que alguna vez, cuando dentro de otros ochos años nos volvamos a ver, querré llorar, abrazarte, besarte y preguntar: ¿Verdad que estaremos juntas para siempre?

No hay comentarios:

Publicar un comentario