sábado, 3 de mayo de 2014

Lejos de su amada

Se sentía mareada. El piso, las lámparas, los árboles que alcanzaba a distinguir por la ventana... todo se movía en incómodos círculos mal formados. Trató de no darle importancia, de deslizarse por el suelo con pasos inseguros para llegar a la puerta, y luego a la cama, y luego a ella. Se acercó a la puerta, despacio, tanteando el terreno para asegurarse de no encontrar ningún obstáculo. 

Una enfermera pasó, apurada, sin siquiera voltear a verla. Escuchó o creyó escuchar que el reloj de la iglesia que estaba afuera del hospital marcaba las 12 y decidió apresurarse para que la hora de visita rindiera. Otro paso, ahora con un poco más de velocidad. Llegó a la puerta, logró abrirla. Con penoso equilibrio, corrió hacia la cama, hacia la mujer que la esperaba porque ya la había visto. Vio que movía los labios pero no escuchaba. Quiso preocuparse pero sentía la necesidad de besarla, besarla, besarla...

Alcanzó la cama, logró abrazar a la mujer, aún sin escuchar que decía. Notó la expresión de pánico en sus rasgos orientales y sonrió, sonrió como idiota porque al fin estaba en sus brazos. Le dejó de importar el constante mareo y cuando cerró los ojos se desconectó de todo. Ya no se dio cuenta de cómo se la llevaban en una camilla, lejos de su amada, muy lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario