jueves, 15 de mayo de 2014

Entierro

Ojos claros, ligeramente verdes. Manos morenas, delicadas. Una mano sostiene un bastón y la otra un corazón roto. Viste de negro, más por la costumbre que todos le imponen que por el deseo de guardar el luto. Porque no está muerta. Se para enfrente del ataúd, consciente de que está llorando y mira el cuerpo inerte de la mujer que amó. De la mujer que ama. No hay nada de qué preocuparse, el brujo cumplirá su parte y la mujer se levantará de la tumba como si nada hubiera pasado. Aunque tenga que pasar sus días alimentándose de sangre... Estarán juntas por mucho más tiempo.

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