lunes, 19 de mayo de 2014

Compensación

El cielo parecía no querer marcar la hora exacta. A ratos salía el sol, a ratos se ocultaba detrás de unas nubes oscuras y esponjosas. De pronto empezaba a llover y daba la impresión de que la noche había caído. Pero ella permanecía sentada en el mismo banco, inmóvil y víctima de los elementos. Se repetía que Margarita llegaría, no podía dejarla plantada.

Miró su reloj y alzó la vista al cielo sólo para que una gota de lluvia le cayera directo en el ojo. Se frotó la zona afectada con el dorso de la mano y luego sacó su teléfono celular, cuidando que no se mojara. No había mensajes, ni llamadas perdidas, ni ninguna forma de comunicación de su cita. A su alrededor la gente se había ido yendo y ya sólo veía a una pareja debajo del kiosko, besándose y abrazándose bien protegidos.

Se desesperó. Decidió que 3 horas eran tiempo suficiente y que Margarita debería compensarle la espera. Se acomodó el suéter, ya mojado, y revisó que todas sus pertenencias estuvieran más o menos seguras. Empezó a tararear una canción para distraerse mientras llegaba a casa.


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La despertó el teléfono. No había dejado de sonar y le resultó imposible ignorarlo por más tiempo. Descolgó el aparato. Escuchó con atención y se quedó varada en el lugar. Colgaron, ella no colgó. Se dio cuenta de que lloraba y le pareció que era sangre lo que le corría por la cara.

Margarita estaba muerta y ya no podría compensarle nada.

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