domingo, 13 de abril de 2014

Vivero


En el vivero más grande de la ciudad. Sí, ahí se estaban revolcando. Entre los pinitos que pronto serían dados en adopción, sobre la tierra seca que en unas horas recibiría agua. Los gemidos eran lo menos importante. Era de noche, el policía no había pasado hacía unas 3 horas y no volvería a pasar.

Con ropa, sólo desabrochando lo necesario. Sin usar las manos porque estaban sucias. Se besaban como locas, se agarraban del cabello y se arañaban la espalda mutuamente. El premio fueron varios orgasmos intensos. Bendito vivero.

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