Y estaban muy cerca. Sintió su olor a alcohol y un leve deje del perfume de jazmín que se había puesto antes de salir a ese antro de perdición.
— No juegues —le dijo, sonriente. Se había tomado un par de copas y estaba "feliz". "Feliz" pero no ebria.
— Es en seriooooo, quiero un besitooo —le llamó la atención la forma de decirlo. Por eso se le acercó y le dio un beso en la mejilla. Pero antes de que pudiera alejarse, Raquel le agarró el rostro con las dos manos y le plantó un beso lleno de saliva y torpeza en los labios.
Cuando la dejó ir, Alondra estaba sonrojada, apenada y rogaba que su amiga no recordara eso.
— ¿Teee gust-ooo? —tuvo el descaro de preguntar y la pronunciación fue tal que no distinguió si era un "te gustó" o un "te gustó". De todas formas la respuesta a ambas preguntas era la misma...
No respondió. Prefirió guardar el misterio, así que siguió caminando hacia casa de Raquel.
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