8. Solución
Abigail la besa en la boca, con
fuerza. Le muerde el labio y la vuelve a besar. Si tan sólo siempre pudiera ser
así de fácil. Siente la necesidad de poseerla, de sentir que es sólo suya. Baja
por su cuello, dándole besitos, dejándole marcas para que el mundo lo note. La
urgencia la está dominando. Le quita la ropa, toda, sin contemplaciones, sin
romanticismos. Deseo puro.
Observa lo guapa que es Paulina,
lo bien que se ve. Sus pechos son enormes y se pierde en ellos. Los saborea. Le
gusta que sus pezones se paren y que eso la haga gemir. Le gusta hacerla gemir.
La tira en la cama, de golpe, sin que le preocupe nada que no sea el placer del
acto carnal. Le agarra las nalgas, con fuerza. Si pudiera, se la pasaría todo
el día abrazando ese cuerpo desnudo.
Paulina suspira, gime y se
retuerce. Disfruta. Y el deseo hace que Abigail no repare en nada que no sea
ella. Se mete entre sus piernas y lame su punto de placer. Paulina le pide que
pare y ella, tan buena como es, obedece. La mira a la cara, nota que está
sonrojada, que respira con dificultad. Sabe que la quiere tener dentro.
Sube, la besa de nuevo, la
penetra. Paulina suelta un gritito y sonríe de esa manera tímida que la hace
volverse loca. Se mueve a un buen ritmo, ni muy lento ni muy rápido y así
continúa hasta que Paulina menea las caderas con más fuerza, pidiendo algo más
profundo. La complace. Le besa los senos mientras está en su interior, los
mordisquea. Siente que Paulina termina y se relaja. Es como si ella hubiera
terminado también.
Se chupa los dedos y Paulina la
regaña, más en broma que en serio. Luego se le va encima. Paulina es ágil ahora
y se mete entre sus piernas para hacerla retorcerse a su gusto. Lo disfruta.
Abigail se aferra a las sábanas cuando ya no puede más y termina con un gemido
ahogado y sugerente movimiento de cadera.
Se quedan abrazadas. Han
solucionado un conflicto de la mejor manera posible y aspira a que siempre sea
así. Le da un beso tierno y nota que Paulina se está quedando dormida. Se deja
llevar por el sueño también. Espera que despierten alegres y sin rencores. Por favor.
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