jueves, 26 de septiembre de 2013

Engañada

La luna no brillaba pero estaba ahí, detrás de las nubes. Ella estaba desnuda, en medio de la noche, contemplando el cielo sin estrellas, segura de que en unos momentos comenzaría a llover. Apenas eran las 11 de la noche. Para poder llegar a su casa sin que muchos la vieran así (sin ropa) debería esperar hasta que diera la 1 de la madrugada. Maldita ciudad concurrida.

Se sentó, cuidando no hacerse daño, en una banca. Estaba sucia y sintió asco. Suspiró. La habían engañado. No podía soportar la decepción de la traición, lo estúpido de su ingenuidad y la mala suerte que cargaba. Había seguido a una mujer hasta allí. A una mujer que había conocido en un tugurio. ¿Y por qué? Porque le había dado unos besos, se había dejado masajear los senos y le había hecho sentir cosquillas en la entrepierna.

Se levantó, con ganas de golpearse en la cara hasta quedar inconsciente. La mujer era guapa, sensual… y le prometió una noche que jamás olvidaría. Por lo menos había cumplido su promesa. Nunca iba a olvidar cómo la mujer la emboscó en medio de ese parque, sacó una pistola y le obligó a entregarle todo, incluso el juramento de no delatarla. Luego le dio un beso en la boca y se fue.

Qué mala suerte. Decidió comenzar a caminar. No volvería a confiar en una mujer guap
a.

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