lunes, 23 de septiembre de 2013

Darle gusto

— Dime algo que no sepa —pronunció secamente, con una actitud altanera.

La otra estaba en el piso, llorando. No sabía qué más decir. Al parecer, siempre había sabido que la amaba en secreto (no tan en secreto, más bien).

— Vamos, quiero ver si puedo salvarte de ésta.

Se calló. Si el tipo que acababa de golpearla quería matarla, adelante. Sería la decisión de su amor platónico de toda la vida.

— Puff, ni qué hacer contigo, pequeña. Que sepas que sólo me quedé cerca de ti para atormentarte… porque me dabas asco. Tú —se dirigió al hombre—: viólala. Y que le duela.

Ella quiso gritar pero prefirió mantener la boca bien cerrada. No volvería a darle gusto
.

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