martes, 16 de septiembre de 2014

Callar

"En su momento la quise mucho", deseó confesar. Pero las palabras eran demasiado grandes como para escapar de su garganta. Era cierto, la había querido mucho, más que mucho, hacía unos años. Y ese cariño se había ido diluyendo con el paso del tiempo, conforme ella hacía su vida y la dejaba de lado para siempre regresar corriendo a sus brazos.

De cierta manera también la odiaba. Porque siempre tenía que aguantar las pláticas, las salidas, los consuelos, las muchas cosas que quiso nunca haber sabido porque sólo le hacían daño. Había sido su amiga. O por lo menos ella se seguía repitiendo que sólo era eso, a pesar de que cuando usaba marihuana la besaba en la boca, como novias. La palabra prohibida.

No se dio cuenta del momento en el que se alejó, ni siquiera estaba segura de quién había tenido la culpa. Un día simplemente miro a su alrededor y ya estaba rondando. Ya no estaban sus brazos alrededor de su cuello, ni su labial oscuro sobre sus labios modestos, ni sus pláticas deprimente sobre con cuál amigo debía acostarse. No estaba y el eco de sus risas le dolía.

Pero el tiempo había mitigado el dolor de las heridas y ahora sólo podía decir que en su momento la había querido mucho. De hecho aún reía al recordar sus aventuras y se ponía contenta cuando le hablaba por teléfono para invitarla a salir... Decir lo mucho que había significado sería como perderlo. Por eso optó por cerrar la boca y callar. Así sería mejor.

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