jueves, 18 de septiembre de 2014

Acosadora

Era su amante por las mañanas, cuando el sol recién había salido y entraba por el ventanal de la habitación, iluminando las sábanas de una cama revuelta. Patricia abría los ojos justo cuando el primer rayo se colaba por detrás de la cortina mal cerrada y le daba de lleno en la cara. Eva nunca se enteraba de eso y Patricia aprovechaba para mirarla fijamente sin pensar que era una acosadora.

Le gustaban los labios de Eva, tan rosados sin necesidad de labial, tan bien formados, tan besables. Recorría con la mirada la curva de su nariz, fina y proporcionada. Se enfocaba un breve instante en sus rizos revueltos que le cubrían parcialmente el rostro. Se le antojaba casi improbable que fuera tan guapa aun cuando dormía. Pero lo era y eso formaba sólo una pequeñísima parte de lo que la mantenía a su lado a pesar del trato. Ser sólo amantes.

Eva se despertaba varios minutos después, cuando Patricia estaba ya en la cocina preparando un desayuno que nadie jamás probaba. Porque las reglas estaban establecidas. Eva se asomaba a la cocina, vestida y fresca, se le acercaba por detrás, le daba un beso de despedida a Patricia y salía del departamento. Entonces Patricia tiraba el desayuno que ni siquiera terminaba de preparar y regresaba a la cama a perderse en el aroma de Eva, que siempre sería su amante sólo por las mañanas.

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