jueves, 8 de agosto de 2013

Tarde casual

Me revolqué en sus absurdos brazos. Sentí el consuelo que me daban sus pechos grandes y su vagina húmeda, el placer que me brindaba su lengua y el roce absoluto de sus dedos. Me entregué a sus besos apasionados, suspiré cuando me mordía e incluso grité cuando me hizo sangrar.

Entró en mí y de inmediato, sin avisar, hizo que terminara. Me dejó lamerla y la hice tener un orgasmo. Nos revolcamos por dos horas, las únicas dos horas que pudimos pagar en un hotel barato. Lloraba mientras me corría y gemía mientras lloraba.

Así acabó mi relación de una tarde casual. Ojalá la vuelva a encontrar, que últimamente traigo el corazón muy roto.

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