Sólo
había podido tomarle una fotografía y era prácticamente el único recuerdo que
tenía de ella. No la había visto en cuatro años pero siempre abría las
10 carpetas que protegían esa foto y la contemplaba. De seguro era muy
diferente, habría cambiado en todos los sentidos, ya no se acordaría de ella.
De todas formas, sólo habían compartido un mes de vida, no era como para darle
mucha importancia.
Pero a
ella le importaba. Y le importaba porque todavía pensaba en ella. Era una pena
enorme que el único recuerdo fuera una fotografía de mala calidad tomada con un
celular que había dejado de usar hacía algunos años. Lo peor era que aunque
cambiara de celular, la foto pasaba al nuevo. Una y otra vez, una y otra vez.
Desde luego tenía pareja, una mujer con la que vivía una semana sí y una no.
Esa
mujer sabía la historia de su único amor pero se había quedado a su lado porque
la amaba con demasiado ahínco. Suspiró por enésima vez en esa hora, mirando la
fotografía que era capaz de congelar el tiempo. Siempre la escondía... Normal,
¿no? ¿Quién estaba dispuesto a que su novia viviera pensando en un fantasma? Se
levantó del sillón en el que se encontraba y se encaminó al baño. El error fue
dejar el celular y la foto al descubierto.
— ¿Es
ella? —preguntó la mujer con la que vivía. Iba saliendo del baño y la vio
sostener el celular, su celular, y observar la pantalla con total
descaro y desaprobación—. Ya no la necesitas —sentenció sin darle tiempo de
reaccionar. La foto ya no existía.
La foto
ya no existía. Ya no podría verla. Empezó a llorar, dejándose caer al suelo,
golpeándose, ignorando que la mujer culpable del homicidio de un amor antiguo
se acercaba a ella y la abrazaba. Se soltó del abrazo. Lloró más. Se retorció,
se desgarró la piel con las uñas largas. ¡La foto, la foto, la foto...! No
podía pensar. Corrió hacia la ventana y se arrojó por ella, tratando de escapar
de las garras no tan invisibles de la desesperación.
Había
olvidado que no quería morir. Pero ese pensamiento se materializó demasiado
tarde, pues ya estaba cayendo desde un décimo cuarto piso. En su mente siempre
quedaría grabada esa fotografía, aunque ya no existiera.
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