viernes, 26 de agosto de 2016

[Butterfly] 30. Hablar

Capítulo final



XXX. Hablar


Se han revertido los papeles y ahora es Erica quien espera a Marisol. Agradece haber tenido el valor de mandarle un mensaje y haberle pedido que se vieran antes de la práctica cerca de los árboles en los que les gustaba pasar el rato.

―Tenemos que hablar ―le dice cuando la ve llegar.

No creyó poder pronunciar esas palabras pero ahora que lo hizo sabe que debe seguir adelante. Intenta no mirar a Marisol, no fijarse en su expresión dolida y sus ojos llorosos.

―No puedo gustarse ―continúa. Le duele el pecho cuando lo dice y se muerde el labio para evitar llorar.

―¿¡Por qué no!? ―su respuesta duele. Erica le puede enumerar las múltiples razones que pensó en los últimos días pero sabe que una sola es suficiente.

―Porque tienes 14 años. Eres mucho menor que yo.

―¡Pero la edad no importa! ―Erica la mira a la cara y ve que Marisol parpadea varias veces para contener las lágrimas.

―Importa, Marisol. Tal vez en las películas que ves esas cosas no importen pero en la vida real es distinto. ¿Te has preguntado qué dirían tus papás si se enteraran? ¿En serio crees que nos dejarían salir? Ni siquiera les importaría que las dos seamos mujeres porque se enfocarían en que eres menor de edad. Incluso podría ir a la cárcel...

Marisol llora abiertamente, aunque intenta cubrirse la cara con una mano. Y Erica quiere abrazarla, acariciarle la espalda y decirle que todo va a estar bien. Pero nada va a estar bien si siguen con ese juego.

―Perdóname, Marisol…

No sabe en qué momento se sentó en el suelo ni cuándo exactamente sus lágrimas se salieron de control. Marisol se le acerca lentamente y se sienta a su lado.

―No…

―Pero te quiero, Erica, en serio te quiero.

Entonces se rompe. La abraza con fuerza y esconde su cara en el hueco del cuello de Marisol. Creyó que ella debía intentar proteger a la pequeña pero ahora ella parecía estarla consolando. Respira profundo, se calma un poco y logra dejar de llorar.

Se separan un poco. Erica se seca las lágrimas con la sudadera y Marisol con la mano. Muchas cosas pueden salir mal pero existe una posibilidad pequeña y recóndita de que salgan bien.

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