Capítulo final
XXX. Hablar
Se han revertido los papeles y
ahora es Erica quien espera a Marisol. Agradece haber tenido el valor de
mandarle un mensaje y haberle pedido que se vieran antes de la práctica cerca
de los árboles en los que les gustaba pasar el rato.
―Tenemos que hablar ―le dice
cuando la ve llegar.
No creyó poder pronunciar esas
palabras pero ahora que lo hizo sabe que debe seguir adelante. Intenta no mirar
a Marisol, no fijarse en su expresión dolida y sus ojos llorosos.
―No puedo gustarse ―continúa. Le duele
el pecho cuando lo dice y se muerde el labio para evitar llorar.
―¿¡Por qué no!? ―su respuesta
duele. Erica le puede enumerar las múltiples razones que pensó en los últimos
días pero sabe que una sola es suficiente.
―Porque tienes 14 años. Eres mucho
menor que yo.
―¡Pero la edad no importa! ―Erica
la mira a la cara y ve que Marisol parpadea varias veces para contener las
lágrimas.
―Importa, Marisol. Tal vez en las
películas que ves esas cosas no importen pero en la vida real es distinto. ¿Te
has preguntado qué dirían tus papás si se enteraran? ¿En serio crees que nos
dejarían salir? Ni siquiera les importaría que las dos seamos mujeres porque se
enfocarían en que eres menor de edad. Incluso podría ir a la cárcel...
Marisol llora abiertamente, aunque
intenta cubrirse la cara con una mano. Y Erica quiere abrazarla, acariciarle la
espalda y decirle que todo va a estar bien. Pero nada va a estar bien si siguen
con ese juego.
―Perdóname, Marisol…
No sabe en qué momento se sentó
en el suelo ni cuándo exactamente sus lágrimas se salieron de control. Marisol
se le acerca lentamente y se sienta a su lado.
―No…
―Pero te quiero, Erica, en serio
te quiero.
Entonces se rompe. La abraza con
fuerza y esconde su cara en el hueco del cuello de Marisol. Creyó que ella
debía intentar proteger a la pequeña pero ahora ella parecía estarla
consolando. Respira profundo, se calma un poco y logra dejar de llorar.
Se separan un poco. Erica se seca
las lágrimas con la sudadera y Marisol con la mano. Muchas cosas pueden salir
mal pero existe una posibilidad pequeña y recóndita de que salgan bien.
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