lunes, 22 de agosto de 2016

[Butterfly] 28. Sumisión



XXVIII. Sumisión


Algo se siente incómodo. Por más que Marisol intenta hablar con Erica como siempre lo hace, hay un muro que las divide. Se trata un muro transparente que la deja mirarla pero le impide acercarse a ella con normalidad y rozar su mano cuando descansan entre un ejercicio y otro. Erica le parece ahora lejana, mucho más que antes de hablarle por primera vez.

Por eso ese día no trata de alcanzarla cuando hacen segmentos de velocidad y evita que los gritos entrenador le afecten. “Sé que puedo hacerlo mejor”, le gustaría responderle. “Podría ir más rápido si no me pesara tanto esta sensación”. Porque en verdad le pesa mucho la lejanía, esa especie de indiferencia. Después de lo mucho que le costó llegar hasta ese punto…

Han pasado tres días desde la confesión, y los tres días Erica ha evitado encontrarla y caminar con ella hasta la salida. Tampoco ha respondido sus mensajes. Si tan sólo pudiera hablar con ella y explicarle (decirle, mentirle) que todo fue una broma de mal gusto, que no es cierto, que por favor no le deje de hablar.

Ese día tampoco la encuentra cuando sale de la alberca. La sensación de vacío que tiene en el pecho le parece intolerable, inaguantable. Tiene ganas de llorar mucho, sin descanso, hasta que se le acaben las lágrimas. También siente una necesidad desesperada de correr hacia la casa de Erica y simplemente pararse delante de ella con la cabeza gacha en signo de sumisión. Lamenta tanto nunca haberle preguntado dónde vivía...

“No seas tonta”, se dice sin mucha convicción. Tal vez Erica sólo necesita tiempo para poner en orden sus ideas, encontrar las palabras adecuadas para decirle que no siente lo mismo. Eso debe ser. Cuando llegue el momento adecuado volverán a hablar, olvidarán lo que pasó y todo será como antes, incluso mejor.

Se siente tan estúpida por consolarse de esa manera, pero es lo único que se le ocurre para contrarrestar la desesperación. Comienza a caminar hacia su casa conteniendo las lágrimas. Está segura de que esa noche tampoco podrá dormir.

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