XXIV. Dolor
Caminan lentamente hacia la
salida. La práctica de ese día fue intensa y ninguna de las dos tiene ganas de
hablar mucho. De todas maneras el silencio se siente cómodo y acogedor.
―Erica…
―¿Mmm?
Marisol duda. Desde la plática que
tuvo con Dana ha querido preguntarle eso.
Se convenció de que por ahí debe comenzar. Sin embargo, no había tenido la
oportunidad hasta ahora y en realidad no sentía que ese fuera el momento justo.
―A ti… ¿te gusta alguien?
Erica se detiene de golpe, se
queda mirando a Marisol, que se paró un par de pasos enfrente de ella, y sus
mejillas se ponen ligeramente rojas. Marisol le devuelve la mirada y sonríe un
poco; intenta fingir que no pasa nada pero siente tanto dolor en el pecho que
parece algo se va a romper en su interior. Se lleva una mano a la zona afectada
y hace presión; tal vez así mejore.
―No preguntes esas cosas, no son
importantes ―responde Erica después una pausa que a Marisol le parece eterna.
Marisol trata de reprimir los
deseos de gritar. “Claro que es importante” quiere decirle. “Quiero saber si
tengo alguna oportunidad...”.
―Es curiosidad ―dice en su lugar.
Sabe que la voz se le ha roto un poco pero finge que no le importa, que no pasa
nada. Incluso alza levemente los hombros en señal de indiferencia.
Erica suspira y niega con la
cabeza. Marisol no sabe si es una respuesta a su pregunta o si simplemente no
puede creer que Marisol piense en esas cosas.
Sin decir nada más Erica vuelve a
caminar, pasa a su lado sin mirarla y Marisol la sigue conteniendo las
lágrimas. Eso cuenta como un fracaso.
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