miércoles, 24 de agosto de 2016

[Butterfly] 29. Quebrar



XXIX. Quebrar


No puede ser. Es lo único en lo que puede pensar desde el día que Marisol le dijo que le gusta. Por eso ha hecho todo lo posible por alejarse, por no dar lugar a interacciones innecesarias. Incluso prefiere bañarse en casa para no encontrarla fuera de la alberca y no tener que escuchar de nuevo esas palabras. Le duele el pecho de sólo recodarlo.

Y no es que no le guste (porque sí le gusta), es sólo que es imposible. No tiene nada que ver con que las dos sean mujeres porque eso le ha dejado de importar hace mucho. Es simplemente el hecho de que Marisol es 8 ocho años menor que ella. Es una niña. En ese mismo instante, debajo del agua caliente de la regadera de su casa, puede pensar en miles de razones para que esa relación no funcione. Se cuela en su mente la palabra “estupro”.

Comienza a llorar. Porque sí quiere, de verdad quiere, pero no se atreve. Y se siente peor cuando borra los mensajes de Marisol sin siquiera leerlos. Al principio los leía, pero luego el dolor se volvió intolerable y llegó el miedo. El miedo a lastimarla, a alejarse de ella y también a quedarse a su lado. El miedo a todo.

Se le va a quebrar el corazón en pedacitos pequeños y difíciles de recoger y no tiene el valor de hacer algo al respecto. Podría dejar de huir, enfrentarla y decirle que ella no es así, que no le gustan las mujeres, pero que pueden ser amigas. Eso sería mejor para las dos. Pero tiene miedo y siente dolor y en realidad lo más fácil sería ahogarse un día y olvidarse de todo.

No puede dejar de llorar. No puede. Debe hablar con ella. Debe hacerlo.

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