lunes, 16 de junio de 2014

Destello

Miro la noche brillar en sus ojos oscuros y sonrío. Noto el destello de una estrella que seguramente está a millones de años luz de distancia pero que me parece tan cercana como su mano. Pero también está la palidez de su rostro, las ojeras marcadas, demasiado moradas, la falta de sensibilidad en una parte de la mejilla cuando paso los dedos por ella. Le doy un beso en los labios, suave, lento, para que note mi intención. 

Me levanto y me dirijo hacia el borde del puente. El agua me observa y me susurra secretos que no logro descifrar. Me parece comprender que debo huir con ella, alejarnos de todo y de todos para pertenecernos por toda la eternidad. Me da risa la idea y creo que a ella le hace gracia mi reacción. Escucho con atención y me deleito en las ondas transparentes de su voz.

Sé que me dice algo pero me niego a oír. Sé que será un "es hora de irnos" o "ya se nos hizo tarde". No, quiero compartir un momento más con ella, alargar el instante y dejarlo suspendido el tiempo. No quiero salir de aquí jamás porque sólo en este lugar, en este pequeño rincón, sobre un puente, cerca de un río, bajo las estrellas de un cielo agonizante, me siento feliz.

"Olvida la guerra", me digo. Me doy ánimos para ser fuerte por las dos. Me acerco de nuevo a ella, la vuelvo a besar, le sonrío. Ya mañana habrá otra noche para tener intimidad. La abrazo durante un breve segundo que se convierte en una hora y luego en un siglo. Y cuando la suelto me doy cuenta de que el amanecer se acerca y de que es hora de irnos a vivir una realidad menos fantástica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario