jueves, 6 de febrero de 2014

Dar placer

Intentó imitar la respiración de la mujer que se le había ido encima hacía unos momentos. Se concentró en ese único sonido, en la rápida inhalación, en la casi inexistente exhalación. Cuando hubo comprendido el patrón, respiró de la misma forma. La mujer le pasó las manos por las piernas, subió a su sexo y lo frotó. Ella frunció el gesto, la imitación no había cambiado la situación, más bien la había empeorado. Y no le gustada, no le gustaba ni un poquito.

Resignada, se dejó hacer. La mujer seguía frotándole el sexo con fuerza, por encima de la ropa. De un momento a otro, esa mano suave se deslizó por debajo de todo lo que cargaba, lo que incluía unos calzones nada sensuales. Le pellizcó esa parte que causa placer, colocó dos dedos allí y empezó a moverlos en círculos. Sabía que eso tenía que sentirse bien... lo había hecho muchas veces en la tranquilidad de su oscura habitación.

Le tomó por sorpresa que la mujer usara la mano que tenía libre para subirle la blusa de tirantes, con todo y el delgado corpiño. Se encontró con uno de sus senos en la boca de una persona que llevaba conociendo, a lo mucho, cuatro horas. La situación le incomodó pero no se decidió a decirle que parara. Ni siquiera sabía si sería de buena educación hacerle el comentario de dejarlo para otro momento.

Sonrió. Una idea repentina, seguramente proveniente de la gran cantidad de pornografía que había visto, la llevó a gemir. Gimió como había escuchado, aunque se oyera ridículo. Pero la otra pareció no notarlo. Finalmente, se abrazó a ella, como había visto muchas veces que hacían en el porno lésbico, y lanzó un gemido agudo y contenido. Con eso bastó para que la mujer le quitara las manos de encima.

Ella se levantó con mucha prisa del sofá en el que habían estado recostadas. Se acomodó la ropa y se preparó para tomar su diminuto bolso de la mesilla de centro. Entonces la misma mano que la había estado tocando la detuvo por el hombro. Ella volteó, más por instinto que por convicción, sólo para ver que ahora era su turno de dar placer.

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