martes, 18 de febrero de 2014

Despedida

Se fue como si en ello se le fuera la vida, como si no tuviera otra solución aunque ambas sabíamos que existían muchas. Cruzó el umbral de la puerta justo cuando yo lloraba y le gritaba que no lo hiciera, que aún podíamos seguirlo intentando. No me quiso escuchar porque seguramente ya había perdido la fe en nuestra relación. Y no pude hacer nada más que llorar porque tanto lamento no me alcanzó ni para levantarme del piso e ir a buscarla.

Se fue como si se la llevara el demonio, murmurando frases rápidas que no alcancé a entender. Supongo que deseaba deshacerse de mí lo más rápido posible, eliminar el problema de raíz. No me dirigió mirada alguna, ni para llevarse el recuerdo de la patética mujer que le pedía... le rogaba que se quedara. Tampoco agarró sus cosas, las dejó en mi clóset, en mi cama, en mi baño, en todo mi entorno, sin saber que me atormentaban...

Se fue. Y se fue con tanta prisa y con tantas ganas que se fue sin despedirse.

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