viernes, 14 de febrero de 2014

En cualquier otro lugar

 ¿Por qué no podemos estar juntas? ¿Es tu novia o es la mía? ¿Es que no estamos hechas la una para la otra? ¿Es que sólo soy un capricho momentáneo? dejó de hablar porque a comenzó a llorar.

Frente a ella, Katia sonrió débilmente, apenas una mueca. No podía procesar tantas preguntas difíciles al mismo tiempo. Bajó la mirada, hacia la taza de café americano que se encontraba sobre una mesa redonda, pequeña. No tuvo el valor de sujetar la taza y darle un sorbo al café que ya en esos momentos había dejado de soltar vapor. Tampoco tuvo el valor de levantarse, dirigirse hacia la otra mujer y abrazarla.

Subió la mirada, dispuesta a verla llorar, sufriendo sin querer demostrarlo. En ese instante, prefería estar en cualquier otro lugar y prefería haberse enredado con cualquier otra mujer. ¿Por qué era tan difícil terminar? Repasó las opciones, rápido, y se precipitó a tomar una decisión de la cual probablemente se arrepentiría toda la vida.

 Porque eres un capricho momentáneo respondió por fin, tratando de sonar convincente y déspota, de terminar de romperle el corazón para ganarse su odio. Lamento mucho si te hice pensar otra cosa, pero sólo quería acostarme contig...

Sintió la mano cálida de la mujer en su mejilla pero la fuerza correspondió a la de un golpe, no a la de las caricias que llevaba haciéndole los últimos 2 meses. Contuvo las lágrimas, no por la bofetada que acababa de recibir, sino porque acababa de confirmar que se arrepentiría toda la vida de esa decisión.

 Vete a la mierda. Yo te amaba, pendeja el llanto acentuó aun más esas palabras y los ojos de Katia comenzaron a escurrir, irremediablemente.

La vio levantarse, sacar un billete de su pequeño bolso de mano y dejarlo en la mesa, e irse. Quiso levantarse, detenerla, decirle lo mucho que la amaba, explicarle exactamente por qué lo suyo no podía ser y, tal vez, intentar que fuera... Cuando pudo dejar de culparse, como lo haría los siguientes diez años, notó que estaba más muerta que viva.

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