lunes, 10 de febrero de 2014

El dolor del amor

Hacía tiempo que no me hacías sentir tan mal. Me duele el pecho, justo por encima del corazón. Me toco una vez, dos veces, varias veces, y hago presión. Pero el dolor no se va, porque no es físico, viene de alguna parte de mi cuerpo intangible que desconozco y que no me puedo amputar. Entonces siento las lágrimas inundándome el rostro, y su sabor salado cerca, muy cerca, de los labios. Imagino que te beso, que no son lágrima sino tu saliva, salada y maldita, lejana.

Me limpio la cara, raspándome. No me importa hacerme daño si sé que te vas a ir. No me importa si me lastimas, si me humillas y me haces sentir que no valgo. Pero así eres, así te acepté, así me quedaré contigo por lo que me quede de vida. Así lo decidí... Lloró más y me froto los ojos. Duele, pero duele más saber que haces lo que te viene en gana, que no te detienes a pensar ni un segundo en esta imbécil que te espera en casa todos los días con un plato de comida caliente.

Duele que te vayas con otras mujeres, que me olvides por días y luego regreses como si no hubiera pasado nada. Y lastima, lastima mucho que me cuentes tus amoríos, que sea una parte implícita de nuestro acuerdo amoroso. Me sigo tallando los ojos. Así tal vez me lastime, posiblemente quede ciega y no tenga que seguir viendo tus estupideces. Aunque, seguramente, la estupidez es mía por aguantarte tanto. ¿Y sabes por qué lo hago? Porque duele y una vez me dijeron que el amor debía ser doler para ser real.

Por eso me quedaré contigo hasta que el amor me destruya. Sólo espero que sea pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario