No pensaba volver a hacerlo pero las ganas
pudieron más que ella. La traicionó, por segunda o tercera vez en el último
mes. Pensándolo objetivamente, no era tanto, especialmente si consideraba que
esas dos o tres veces eran las únicas que lo había hecho. Al parecer, la otra
no pensaba lo mismo, pues le estampó una bofetada que hizo demasiado ruido.
— Te dije que no estaba lista, que no lo
volvieras a hacer —le echó en cara con un leve deje de culpa en la voz, como si
el golpe hubiese sido un reflejo y nada más.
No tuvo el valor de responder. Ella, que se creía
una mujer de palabra, había prácticamente prometido que no volvería a pasar, no
a menos que la otra quisiera. Pero creía que un beso no podía hacer mucho daño.
Un beso era casi nada. Además, era un beso sin lengua, sin abrir la boca porque
la otra no le correspondía, un simple roce de labios.
Bajó la mirada y siguió caminando a su lado. En
ese sentido, la otra siempre era más fuerte, le resultaba todo más fácil. Sabía
que sólo había aceptado ser su "novia" para no romperle el corazón,
porque no había resistido el tono de dolor en la confesión de amor. Sin
embargo, no lo deseaba. Ella no le parecía atractiva, no le gustaba más que
como compañera de aventuras.
El tiempo lo haría más difícil, tenía la
certeza. No obstante, ese día no le importaba. Si podía sostener su mano aunque
fuese durantre un segundo antes de cruzar una calle… lo demás era lo de menos. Tal vez
algún día la otra le diera un beso, un beso en juego, debido a un estado de
ebriedad, pero uno más real que sus tres intentos fallidos. Sintió las lágrimas en las mejillas pero las
limpió con rapidez. Y forzó una sonrisa.
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