Esa
vez iba vestida de blanco. Me gustó el diseño de su ropa, el corte, los
detalles con brillos, los colores que combinaban perfectamente. Pero lo que más
me gustó fue su rostro: el maquillaje que llevaba no era excesivo, sus párpados
mostraban un deje azulado y sus labios aparecían rojizos. Sí, me gustó también
la felicidad que en ella se percibía, su andar libre y sus maneras resueltas.
Ella no lo sabía pero sólo fui para verla una última vez. Probablemente, ni siquiera sabía que estaba yo allí. De seguro, creyó que todos esos años en la oscuridad eran una señal de mi inminente desaparición… No, simplemente había decidido no luchar más por su amor, por su imposible amor. Así que sólo estaba parada a las afueras de esa iglesia, esperando a que regresara tomada del brazo de esa chica que no era yo y se dirigiera a un final feliz.
Ella no lo sabía pero sólo fui para verla una última vez. Probablemente, ni siquiera sabía que estaba yo allí. De seguro, creyó que todos esos años en la oscuridad eran una señal de mi inminente desaparición… No, simplemente había decidido no luchar más por su amor, por su imposible amor. Así que sólo estaba parada a las afueras de esa iglesia, esperando a que regresara tomada del brazo de esa chica que no era yo y se dirigiera a un final feliz.
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