miércoles, 20 de febrero de 2013

Aún te quiero



¡Hola! saludó. Su voz se oía lejana, como si hablara de otro país.

¿De-Devy? ¿Qué pasa?

¿Ya no te puedo llamar? Quería saludarte, hace mucho que no hablamos, que no nos vemos, justo después de…

Espero que estés bien interrumpió bruscamente. En su mano, el teléfono temblaba. Por un momento, creyó que su voz también temblaría pero logró contenerse, que todo este tiempo la hayas pasado bien.

Pues sí, ya sabes, hay que trabajar pero nada del otro mundo. ¿Cómo has estado tú? ¿Cómo te va con Cristina?

He estado… bien pensó en Cristina y luego en Devy, en ambas al mismo tiempo sobreponiéndose en su mente como imágenes que quisieran opacarse, que lucharan por la supremacía. Cristi tiene sus momentos, Devy, a veces me dan ganas de dejarla pero luego lo reconsidero.

Sí, como todo. Haces bien en tomar las cosas con calma. No me gustaría que te pasara lo mismo que la otra vez, conmigo rió un poco, tal vez fingido para liberar la tensión.

Ah, claro, no pasará lo mismo sus ojos se llenaron de lágrimas, durante esos cinco años se había esforzado por no recordar para así poder reconstruir su vida. Quiso fingir diciendo que era feliz pero sólo pudo materializar un pensamiento: “Devy, aún te quiero”.

¿Sabes? Quiero casarme. Por eso vine a este país, porque acá todos nos podemos casar.

¿Ya encontraste con quién? sintió un dolor profundo que le recorrió todo el cuerpo y se posó indefinidamente en el pecho, probablemente en el corazón. Apretó los ojos y unas lágrimas corrieron por sus mejillas oliváceas.

Más o menos. He conocido a muchas personas pero hay una especial. Creo que tenemos una relación, algo así, no sé bien cómo definirlo.

Ya alargó casi demasiado la “a” y respiró hondo, muy hondo, para que su voz no cambiara de tono, para que Devy no notara su llanto furtivo. Me alegro mucho por ti rió levemente y por un momento pensó que ella lo notaría. ¡Qué ingenua! Devy nunca notaba lo que le pasaba
.
Muchas gracias. Oye, ya debo colgar porque es llamada internacional.

No te preocupes. Cuando te acuerdes de mí, llámame, siempre estaré aquí sus labios estaban completamente pegados a la bocina del teléfono y hablaba en un susurro.

Siempre he sabido que eres una gran amiga, a pesar de todo lo que…

No recordemos esas cosas, Devy, son malas para el espíritu.

Cierto rió de buena gana y ella casi pudo imaginar su eterna y transparente sonrisa, sus ojos iluminados mirándola sólo a ella, sus dientes blancos, su cabello mojado… Bueno, te dejo. Ya tienes mi número, si se te ofrece algo manda un mensaje o lo que quieras, mujer. Nos vemos luego.

Nos vemos escuchó atentamente el momento en el cual Devy colgó y ella se quedó con el teléfono entre las manos, los labios rozando la bocina como en un beso, los ojos cerrados con fuerza para dejar escapar la menor cantidad posible de lágrimas, su mente recordando ese beso eterno que Devy le dio, su cuerpo sintiendo la debilidad que sintió cuando Devy le dijo que lo de ellas jamás funcionaría y su corazón repitiendo la misma frase: “Devy, yo aún te quiero, ¿por qué tú a mí ya no?”.

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